Desde el prisma de la calidad... Un proyecto de desarrollo sustentable







De otro modo imposible...
Integrando Olivos, Ovejas & Mar...

Si las palabras entregadas en el artículo anterior reflejan la visión limitada de un recolector-cazador, a continuación entrego la mirada de calidad, integración de elementos y desarrollo sustentable de una familia tradicional pero evolucionada.

Como entender la olivicultura y cualquier proyecto inmerso en un rico ecosistema semidesertico, es la misión que tengo desde que mi amigo Alberto se enfermó, de alguna manera de él heredé el concepto, la necesidad de proyectarse al infinito, al igual de lo que vi mi viaje de octubre del año pasado a España, trataré de forjar un olivar que sea parte integrante de un paisaje, pero a la vez que sesa el sustento o la capacidad de autogestión de una hacienda que no tiene límites estáticos, que depende de mareas, lluvias a praderas y transiciones climáticas.

Arqueólogos llevan años estudiando los vestigios de presencia humana de cerca de 12.000 años, en estos lugares, en estos montículos vecinos a los olivos, encontramos rica historia, que es base de evolución, que son eslabones de evolución. ¿Como conservar estos espacios?, ¿Cómo integrarlos a su vez a bosques relictos? (lunares de bosques de antaño, tal vez contemporáneos a esos hombres) son los cuestionamientos bases de la familia dueña de la hacienda.

En primer lugar requieren de una idea general, lo que era entendido como una hacienda ganadera, de propósito lanar, debía convertirse en algo realmente sustentable, capaz de desarrollarse con lo escasos recursos hídricos de la zona y entre muchas posibilidades se probó con olivos, plantados de manera muy recatada a distancias que hoy por hoy para proyectos basados en producción temprana no podrían ser.

En segundo lugar, debíamos demostrar que era posible lograr rendimientos como cualquier otro proyecto, y se consiguió al 7 año, tres temporadas desde que dieron las primeras olivas significativas, llegamos a 14 toneladas por hectáreas y con una buena generación de ramillas productivas para la próxima temporada.

En tercer lugar, debían ratificarse los cánones de calidad, tanto química como sensorialmente y con creces logramos orgullosos demostrar que el contenido de ácido oleico es el más alto de la región, producto de nuestra cercanía al mar y su regulación térmica omnipresente.

Ahora queda integrar a las ovejas, en este círculo prodigioso de productividad y calidad, con olivas cosechadas a mano, tratadas delicadamente como queriendo no perder ni una gota de oro líquido, al igual que en sus décadas gloriosas pirquineros lavaban los lechos aluviales de Casuto, en busca de la pepita que le daría riqueza y tranquilidad, esas ovejas que durante casi un siglo forjaron una ilusión, que dieron trabajo a innumerables generaciones, tal y como García Marquez lo expresaría en cualquiera de sus relatos, de la manera más sencilla se proyecta consolidar una visión holística... las ovejas harán parte de su trabajo en el olivar, que será la nueva forma de dar trabajo a esa misma mano de obra de la hacienda, los antes lanares se convertiran en formas de manejo orgánico, como sustitutos de sintéticos controladores de malas hierbas.


Conclusión, esto recién empieza, esto tiene un pavimento de tierra poco fértil, brisa marina y sol que son la base de un proyecto diferente cuya ambición es autogestionar una hacienda que tiene como objetivo primario darle una espacio de intimidad, tranquilidad y futuro a una de las familias más tradicionales de nuestro país.









Los Vilos, 20 de agosto de 2007

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